Un poema de Mario Benedetti idóneo para estos desconcertantes días de aislamiento

Esta pandemia, el disparate que estamos viviendo estas semanas, nos está brindando la oportunidad de detenernos a reflexionar, a escuchar la música, a percibir al otro, a sentir.
Que nos valga esto para crecer. Para ser más solidarios, más empáticos. Para prestar más atención a lo que importa sobre lo que urge.

Piedritas en la ventana
De vez en cuando la alegría
tira piedritas contra mi ventana,
quiere avisarme que está ahí esperando.
Pero me siento calmo,
casi diría ecuánime.
Voy a guardar la angustia en un escondite
y luego a tenderme cara al techo,
que es una posición gallarda y cómoda
para filtrar noticias y creerlas.
Quién sabe dónde quedan mis próximas huellas,
ni cuándo mi historia va a ser computada.
Quién sabe qué consejos voy a inventar aún,
y qué atajo hallaré para no seguirlos.
Está bien, no jugaré al desahucio.
No tatuaré el recuerdo con olvidos.
Mucho queda por decir y callar,
y también quedan uvas para llenar la boca.
Está bien, me doy por persuadido.
Que la alegría no tire más piedritas.
Abriré la ventana,
abriré la ventana.
Mario Benedetti



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